miércoles, 11 de agosto de 2010

Pucusana, KM 59

59 Km. al sur de Lima, tal vez un poco lejos para mi gusto, se encuentra Pucusana, un balneario turístico en el que las coloridas embarcaciones le han dado vida a la invasión y las autoridades, a la desorganización.


 
Puente Primavera, 1:30 PM. Me encontraba en un laberinto, en medio de un enredo de puentes, o algo parecido. No sabía por dónde ir, ni qué vía seguir para llegar a “aquicito nomás”, a ese lejano lugar ubicado a 59 Km. al sur de Lima.
Estaba acompañada por Patty y Diana, juntas logramos encontrar el paradero por donde pasaría el carro que llega hasta Pucusana; carro que, por cierto, no sabíamos cuál era. Entre gritos y tumulto de gente decidimos ir “un poquito más allá”. Fuimos a dar, sin querer, a la pista de la Panamericana Sur.
Por fin supimos cuál era el carro en el que permaneceríamos durante varias horas, subimos y, sin importar las normas, Patty y yo viajamos en los asientos reservados. Para nuestra suerte, en todo el camino no hubo alguien que los necesitara.

Puente Primavera. Puente Benavides. Puente Atocongo… después de pasar – al parecer – por todos los puentes del mundo, seguimos la ruta sur con destino Pucusana. Pasamos por Lurín, donde un exquisito olor invadía el interior de la coaster y me invitaba cada vez con más insistencia a dejar aquel asiento reservado en el que viajaba para ir en busca de uno de esos panes con chicharrones tan ricos y tradicionales del restaurante “El flaco Pepe”.
En el camino leía un libro de Vargas Llosa y alternaba mi vista hacia el paisaje del lado derecho de la Panamericana Sur, todas veíamos hacia el mar con la expectativa de ver a algún delfín. Sí, en la costa peruana hay delfines, aunque hay muchos peruanos que no lo saben o, simplemente, no lo creen. Bueno, fuimos en busca de delfines y encontramos más, mucho más.
Cuando llegamos a Pucusana, un poco después de dos horas y ya sin ganas de bajar del carro, encontramos un lugar poco agradable a la vista del turista.
Fuimos caminando por una especie de malecón, muertas de frío, hasta que encontramos un restaurante donde Diana pidió un café mientras yo compraba una teja de pecanas afuera del restaurante “La mar”. Conversé un poco con la dueña del restaurante, que era amiga de la señora Inés, quien vendía esas tejas que tanto me gustan. Les pregunté acerca de los delfines de la zona y con un desgano me dijeron que a ellas no les interesaba el tema, que en realidad eso era para los turistas, no para los de la zona. La pregunta es, si es tema no le interesa a los pobladores de Pucusana, ¿a quién le debería importar? Partimos desde ese momento con el primer problema.
Después del cafecito y las tejas fuimos en busca de más información y encontramos un cartel con el croquis de Pucusana, donde figuraba la Municipalidad, el puerto, el Boquerón, Naplo, entre otros lugares propios de la zona. Decidimos ir, primero, al puerto. Ahí vimos gran cantidad de botes dentro y fuera del mar, los que estaban fuera del mar estaban siendo remodelados, los lijaban y pintaban en plena orilla, dejando residuos de pintura y astillas de la madera del bote a vista y paciencia de todos, sin tener en cuenta que estaban contaminando y dañando la arena del balneario que, lógicamente, en esas condiciones, parece cualquier cosa menos un balneario y, menos aun, uno turístico.

Existe tal cantidad de botes en Pucusana porque es un lugar que se dedica a la pesca y a actividades afines a ésta, por lo que, al llegar al puerto vimos un gran letrero que decía “Bienvenidos al gremio de pescadores de Pucusana” y, para los turistas extranjeros: “Welcome to the fishing dock of Pucusana”. Cruzando este letrero encontramos a todos los pescadores preparando sus botes y sus redes y, aunque el mar estaba bravo, ellos ofrecían un paseíto por toda la bahía. Ante nuestro no como respuesta, el pescador Félix, uno de los más antiguos de Pucusana, nos dijo que solo nos cobraría S/. 5.00 el paseo por toda la bahía. – Hasta la última casa blanca las llevo. Para que conozcan la casa de Gisela (Valcárcel) y la de Alan (García), anímense. 15 solcitos por las tres.- nos dijo Félix.

A pesar de no haberle aceptado el paseo, nos contó que ahora la pesca está mucho más baja que antes, que ahora no es muy rentable pescar. Apropósito de la pesca, le preguntamos si sabía algo sobre la pesca de delfines en la zona, a lo que respondió que, a partir de una ley promulgada en el año 1996, quedó terminantemente prohibido pescar delfines. Félix dice que a partir de ahí, la gente ya no pesca delfines y si lo hacen, es por accidente; las investigaciones realizadas por la ONG Mundo Azul, demuestran todo lo contrario. Stefan Austermühle, creador de la ONG Mundo Azul, ha sido testigo de las atrocidades que se comete con los delfines. Por ejemplo, cuando los pescan “casualmente”, los utilizan para el consumo de los mismos pescadores; sin embargo, hay quienes se dedican a pescar delfines para vender, de manera informal, su carne en los mercados. Esta carne se llama muchame y cuesta muy barato, por lo que la gente la consume mucho, aunque Félix, el pescador, diga que eso dejó de pasar hace muchos años.
Normalmente, aunque nunca en invierno, vemos el mar y la arena repletos de personas, de hombres y mujeres, de niños disfrutando de la playa, corriendo, nadando, jugando con la arena. En Pucusana, en cambio, vemos botes. Botes que invaden drásticamente el mar, botes que han obligado a los peces a ir más al fondo. La cantidad de botes varados en Pucusana ha ido aumentando paulatinamente en los últimos años, esto se debe a la informalidad absoluta que existe en dicho “gremio de pescadores”: los botes llegan desde cualquier puerto del Perú, no importa si viene del Callao, de Ilo; no importa de dónde venga, siempre podrá entrar a Pucusana e instalarse ahí porque nadie hará el debido control. No existe ningún tipo de impuesto que se debe pagar por la permanencia del bote en Pucusana y, como es gratis, todos llegan cuando quieren y se quedan el tiempo que quieren.

Una alternativa de solución a este problema es que se cree un impuesto que los pescadores deban pagar para que sus embarcaciones permanezcan en Pucusana, tomando esta medida, se reduciría significativamente el número de botes que “adornan” el mar de Pucusana. Otra de las medidas que se debería tomar sería que todas aquellas personas que arreglen y/o remodelen sus botes en la arena, dejando restos de pintura o de madera, reciban una multa. Estas medidas las deberían tomar las autoridades de Pucusana, como es la Municipalidad; sin embargo, según testimonio de los pobladores, la Municipalidad de Pucusana no ejerce bien su labor, no está al tanto de las necesidades de este puerto y, mucho menos, de sus pobladores.

Pucusana es un lugar turístico que podría ser muy bien aprovechado por todos los potenciales que tiene: mar, botes, pesca, comida, delfines, pingüinos, artesanía y muchas cosas más. Pero todas estas cosas se ven opacadas por el desorden y la basura que hay en la zona, por el conformismo de las autoridades que se ve reflejado en los pobladores.
Se está desperdiciando el potencial que tiene Pucusana como destino turístico, se está teniendo un concepto equívoco de lo que es el desarrollo en la zona.
La única manera de que Pucusana tenga un verdadero desarrollo es creando una conciencia social y educand o a las generaciones menores, dándoles una cultura medioambientalista que les permita, en un futuro próximo, llegar a hacer de Pucusana el lugar que debería ser: un lugar ordenado, limpio. Un lugar en el que las autoridades cumplan su verdadera función, donde los trabajadores de la Municipalidad estén enterados de lo que pasa en la zona, y no tengan que derivar a las personas que van interesadas en Pucusana a la casa de Elena Prado, que es una pobladora más de Pucusana; pero no es una pobladora como las demás. Elena Prado se dedica a ayudar a Pucusana a crecer y desarrollarse, ella realiza campañas con los niños del colegio que ella misma fundó hace algunos años. Estas campañas son en pro del cuidado de la fauna marina y del medio ambiente de los animales. Elena ayuda a crear conciencia social dando charlas y dando también, el ejemplo. Elena decidió, junto a su hijo Isaac, dejar sus comodidades en Lima para pasar a vivir a Pucusana, lejos de todo y de todos.

Antes de irnos de Pucusana, pasamos por el Boquerón, un malecón pequeño con vista a una pequeña cueva que se había formado gracias a la erosión, ya que las olas chocan contra las rocas, entonces se ha formado en el medio un orificio por donde revientan fuertemente las olas y, la verdad, es sumamente relajante y divertido estar a medio metro de esa pequeña cuevita, sintiendo como te salpica el agua si es una ola pequeña; y como te empapa, si es grande.

Sin duda, esperaba más de Pucusana como lugar turístico, espero que algún día, al volver, todo lo que digo aquí, sea parte del pasado, de un pasado que no volverá a ser como este presente en el que Pucusana es poco para el turismo peruano, por no decir nada.

7 comentarios:

  1. Pucusana tiene un potencial increíble, hable mucho con Ochoa sobre este tema, es realmente interesante. Incluso Stefan está enseñando a los pescadores los tipos de aves y fauna que existe en la zona para aprovechar el turismo ecológico, una buena alternativa para el lugar. El problema es que nadie se pone las pilas para cambiar esto, he estado muchas veces en Pucusana, ya que de chico viví muy cerca, y cada vez es peor. Quizás lo que dices al final refleja lo que pasa en este país, solo vemos y esperamos que las cosas se transformen solas, es tarea de nosotros cambiar esta situación. Espero vuelvas y puedas ver a los delfines, si es que no acaban con todos, pues es una maravilla. Cuando los delfines te ven, parecen contentos, te siguen, cantan, es increíble.

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  2. Sí, es muy interesante este tema. Tuve la oportunidad de entrevistar a Stefan en su casa y me contó cosas que ni imaginaba. Más adelante escribiré sobre él y sobre "Mundo Azul", la ONG que fundó junto a su esposa.
    Es increíble cómo los extranjeros se preocupan más que nosotros mismos por el Perú y su desarrollo.
    Gracias por tus comentarios!

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  3. Que buen post!
    Aparte del tema que es muy interesante y el muy buen análisis que tu le das, la forma como lo redactas lo hace facil de leer y da ganas de saber mas del tema... y si lo de Pucusana da pena, con tanto y con tan poco..

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  4. Gracias por tu comentario, Francisco. Recién lo he viso, disculpa la demora de la respuesta.

    Me alegra que te haya gustado el post y que te interese el tema. Ojalá Pucusana avance, porque como está, no vale lo que es.

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  5. Oigan par de sonsos udes no saben nada y el babozo del tal felix nisiquiera sale a la mar como para que cuente cosas que no son,udes son unos ignorantes preguntan a alguien que no sale mas aya del chuncho y le creen asi es que si quieren opinar de algo pregunten a un verdadero pescador no a presonas que se ganan la vida llevando a pescar a 20 metros de la bahia tira de inveciles carajo espero que nunca mas regresen y se vayan a la misma mierda. pelagatos

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  6. Que pena que aun no se den cuenta que Pucusana ha dejado de ser balneario para convertirse en un sitio inospito lleno de gente ignorante envidiosa e inescrupulosa,hoy pueden ganar 2000 a 3000 soles se van a las cantinas,se lo dan a sus queridas y mañana no tienen ni 1sol para el pan.Pero no tienen estas tristres criaturas la culpa sino aquel que con buen corazon trata de ayudarles o apoyarlos ,claro lo reciben pero solo por burlarse del que les dio la mano.Claro que hay personas que han sabido aprovechar las oportunidades, pero disculpen, Pucusana esta asi porque se lo merece y tiene las autoridades que se merecen sino vayan al malecon en verano a las 9p.m.vean como niñas se prostituyen por un pescado hombres con una fila de amantes y queridas repartiendo su dinero y las autoridades bien gracias.Yo en lo presonal no recomendaria a nadie pasear por Pucusana ni siquiera peritiria a mis hijos acercarse a sus pobladores.

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  7. Hola chicos me es algo doloroso y vergonzoso ver estos comentarios dirigidos hacia mi querido Pucusana, me disculpo si han pasado un inhóspito alojamiento, pero discrepare en esta oportunidad con ustedes no juzguemos por lo que ven nuestros ojos ya han pasado varios años desde que mi querido pucusana ha dado un giro tremendo a su cultura al turismo sobre todo, se trata de mejorar de recuperar el balneario, por lo que tengo entendido hay varios proyectos en marcha, uno de ellos es hacer otro puerto lejos de el pueblo para que así las playas se mantengan limpias pero se necesita mucha inversión algo que no puede solventar fácilmente, sobre la limpieza dentro del puerto se ha controlado mucho no pueden entrar con sandalias, solo los sábados es más concurrido se que termina hecho un desastre pero desde temprano hay personas ya limpiando y los domingos se puede degustar los ricos chicharrones del tío Camacho, los tamalitos los mejores del sur, de lunes a viernes es súper tranquilo mis vacaciones a veces la paso a ya una semana, levantarte temprano comer tu rico pescadito frito con su arrocito y su ensalada hummmm que rico como se dice del mar al plato, es una tranquilidad total, se que no todo es color de rosas como en todo lugar tiene su pro y su contra pero se está controlando, ha aumentado la población llegan gente de otros lugares y no se puede ser inhumano ven un lugar tranquilo y hacen una vida a ya, entre los lugares turístico tenemos el boquerón, el rostro de Cristo, paseo por toda la bahía se ve varios tipos de aves, lobos marinos, delfines, pingüinos y siempre te enseñan la casa de Gisela, de Christian Meier, Pedrito Suarez Vertiz también va, Pucusana tiene lo suyo pueden encontrar muchas cosas que en su oportunidad no encontraron ojo hay muchas personas que no conocen pucusana no son de a ya y obviamente no les interesa, espero que en su próxima visita sea mejor y se encuentren con personas netas del balneario y verán que su forma de expresarse es diferente le mostraran y explicaran lo mejor de pucusana.

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