Desde el martes 7 de septiembre la Feria Gastronómica Internacional de Lima, Mistura, ha seducido y revolucionado a los paladares limeños con tanta oferta y variedad de platos peruanos.
Éste es el tercer año de Mistura, una idea genial de Gastón Acurio, un chef peruano que se ha dedicado desde hace algunos años a promocionar la comida peruana en el Perú y el mundo. Y, sí que lo hace bien.
La feria gastronómica se realizó en el Parque de la Exposición , ubicado en la avenida 28 de Julio, en el Cercado de Lima durante seis días en los que la multiculturalidad del Perú estuvo en todo su esplendor.
La aceptación del público este año ha sido increíble. Hasta el sábado (quinto día), habían asistido alrededor de 145 mil personas.
Yo tenía muchas expectativas sobre Mistura este año, tanto así que compré la entrada la semana siguiente en que salieron a la venta. Quería asegurar mi entrada para el sábado porque sabía que podían acabarse las entradas para el fin de semana, y no me equivoqué. Sin duda Mistura estuvo a la altura de lo que esperaba: una gran variedad de comidas y bebidas, postres, insumos, etc. Había buena organización, señalización, diversidad, seguridad y todo lo que se podía esperar.
Mistura da la oportunidad de conocer y probar platos de diferentes restaurantes a los que normalmente algunas personas no tienen acceso por los altos precios o simplemente porque no saben del lugar.
Yo decidí probar platos que no conocía o que –según yo- eran innovadores. De hecho al comprar cosas que no conozco, estaba la posibilidad de que no me gustaran… Pero decidí correr el riesgo.
Había todo tipo de comida, de las tres regiones. Costa, sierra y selva en un solo lugar daban a conocer sus platos más representativos, ofrecían darse a conocer a través de sus comidas, postres y bebidas.
También estaban los máximos representantes de la comida peruana, ubicados en “la zona de culto”:
Teresa Izquierdo con el restaurante “El Rincón que no conoces”, ubicado en la cuadra 3 de Bernardo Alcedo, en Lince. Aquí se prepara todo lo que tenga que ver con comida criolla. Lomo saltado, ají de gallina, carapulcra y frijoles con seco son los platos más pedidos por los comensales.
Javier Wong sirve en su casa, a manera de restaurante, los más ricos cebiches de lenguado. El restaurante está ubicado en la cuadra 1 de Enrique León García, en Santa Catalina. Las grandes e interminables colas que hacían los comensales de Mistura para comer el cebiche de Wong dejaban ver lo buenos y conocidos que son sus cebiches.
Humberto Sato, gran representante de la cocina Nikkei (fusión de la comida peruana con la japonesa). Su restaurante, ubicado en la cuadra 4 de la avenida del Ejército, en Miraflores, se llama Costanera 700.
La verdad es que yo comí todo cuanto pude y terminé repleta, obviamente. Llegué a Mistura al medio día, con unas ganas tremendas de comer, de probar, de tomar y degustar todo lo que fuera. En la entrada repartían unas infografías que, felizmente, me ayudaban a ubicarme porque el lugar era bastante grande.
Primero fui al restaurante de Teresa Izquierdo, ese del que hablé un poco más arriba. Pedí carapulcra. La verdad esperaba comer la carapulcra más rica de todas las que había probado. Pero no, no era nada de lo que esperaba. No me parecía estar comiendo la carapulcra de Teresa Izquierdo.
Después fui a conocer los demás restaurantes que estaban ubicados alrededor del Parque de la Exposición. Había restaurantes que, a decir verdad, nunca había visto, nunca había sabido de ellos. Había otros que eran conocidos, había probado su comida alguna vez, así que esta vez no lo hice porque, como ya conté, quería probar cosas nuevas.
Uno de los primeros restaurantes que me llamó la atención fue Charlotte. Tenían comidas y postres sumamente innovadores. Por ejemplo, yo pedí canelones rellenos de ají de gallina, estaban riquísimos. Tenían también lasaña de lomo saltado, postres que me resultaron un tanto raros, como el cheesecake de turrón Doña Pepa y el mousse de arroz con leche y mazamorra morada. La propuesta de Charlotte me pareció interesante porque hacía cosas nuevas con sabores conocidos y aceptados por los peruanos.
Siempre había escuchado hablar muy bien de La Bistecca y en alguno de mis últimos cumpleaños fui, pero por cuestiones imprevistas, tuve que irme antes de empezar a comer. Así que sabía que Mistura era la oportunidad perfecta para vengarme de aquella vez y probar, por fin, algo de La Bistecca. Pensé que iba a haber una cola tremenda para poder comprar los ravioles de asado de los que todos hablaban. Hice una cola relativamente pequeña antes de tener en mis manos los ravioles más ricos que he probado en mi vida. Parece que exagero, ¿no?...En realidad no lo hago, al menos para mí son los mejores ravioles que he probado. Eran enormes, rellenos de asado bañados en una salsa riquísima…Bueno, mejor no digo más. Pruébenlos.
Me habían dado muy buena referencia del restaurante El Grifo, cuya especialidad son los spaguettis en salsa huancaína con trozos de lomo fino. Desde que llegué a la feria fui en busca de los dichosos spaguettis –llamémoslos tallarines, a la peruana- pero había una cola enorme. E-NOR-ME. Tanto así que me espantó y decidí ir en busca de otros platos. Cada cierto tiempo iba de nuevo a buscar los tallarines, pero la cola parecía no terminar, parecía incluso que las mismas personas que había visto en la cola hacía una hora, seguían en el mismo lugar. Me iba y volvía cada cierto tiempo y nunca veía la cola lo suficientemente tolerable como para mí, alguien que detesta esperar.
Antes de irme –cerca de las 9 de la noche-, un poco resignada pasé, como quien no quería la cosa, por el stand de El Grifo y… ¡la cola era pequeña! Sin dudarlo me paré al final de la cola y esperé con la ligera sospecha de que en algún momento, antes de que yo llegara a comprarlos, los tallarines se acabarían. Pero no, nunca tan salada. Pagué media porción de tallarines aunque, después de tanta espera, moría por la porción entera, pero estaba tan llena que solo necesitaba satisfacer el antojo… Sí pues, algo de gula hubo, lo confieso.
Después de probarlos, supe que el tiempo esperado por esos tallarines valió la pena. Éstos también estaban riquísimos, al igual que todos los platos que mencioné antes. Se los recomiendo sin dudar.
En realidad comí como no se imaginan. Demasiado. Más que nunca. En exceso, para ser sincera. Quería probar todo lo que veía, todo lo que nunca había comido, lo quería ese día.
Después de haber comido todo esto, salí de la feria, tomé un taxi hacia mi casa y tuve un remordimiento –por haber comido tanto- que, a decir verdad, hasta hoy no se me va.
Solo les hago un recuento de los mejores platos que comí y me parecieron buenísimos, a ver si el próximo año se animan a ir a Mistura, de verdad es un éxito.
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